La luz del sol poco a poco comenzaba a desaparecer y la lluvia parecía ser cada vez más mortífera para ella.
Corría a la velocidad que sus heridas le permitían. Y respiraba cada vez con más dificultad. La poca luz que las hojas de los árboles dejaban entrever, comenzaba a dificultarle la huida.
Sabía que estaba en problemas, y muy graves si no atendía con urgencia sus heridas. En especial la herida de su brazo izquierdo, ahora vendado y con un, atropellado pero efectivo, torniquete que impedía al veneno extenderse por todo su cuerpo. También estaría en problemas si tuviese que entrar en batalla. Su nivel de chakra era bajo y lo utilizaba para impulsarse por los árboles cuando veía más complicado caminar por el suelo del bosque que saltar.
Había cometido un error fatal en la misión y ahora estaba lidiando con las consecuencias.
A la par que se castigaba mentalmente, seguía corriendo. Pensando, calculando cuál sería la mejor ruta a tomar. Cuál sería el camino más fácil y el que le permitiera aventajarse de sus perseguidores.
La luz, casi inexistente, la estaba poniendo nerviosa. Una de las cosas que más odiaba desde pequeña era la oscuridad. No saber que tener delante o no saber que esperar encontrar. Y el hecho de estar actualmente en un bosque desconocido, sin luz, sin chakra y con heridas que atender no era precisamente alentador. Y más si contamos con que hacía dos días que debería haber regresado a la villa.
Por fin, después de la guerra, Konoha había recuperado cierta estabilidad. La proclamación de Kakashi como sexto Hokage y su repentina desaparición al saberlo, provocaron cierta incertidumbre entre las demás aldeas. No fue hasta que se dignó a aparecer y negar por el momento dicha responsabilidad, que la aldea pudo volver a ser como todos recordaban. Al final, y mientras Kakashi no decidiera hacerse cargo, Tsunade seguiría, muy a su pesar, con el cargo.
Por esto ella estaba allí. Después de todo el caos de víctimas de guerra y heridos que requerían atención especial, fue enviada a una misión.
Tsunade le había dicho que debía alejarse del Hospital, que debía mejorar en áreas como el espionaje y cumplir con su nuevo rango de ninja. Tenía tiempo de aprender y de dejarse la piel en salvar gente. También debía de explorar y descubrir sitios y aprender de otras culturas. Por eso estaba cumpliendo con esa misión, y sinceramente, Sakura pensaba que su sitio era el interior del Hospital y no el exterior donde podía ver y sentir las heridas que muchas veces tuvo que curar.
«Debo de haberlos despistado» pensó al encontrar una pequeña cueva donde poder ocultarse.
A pesar de no estar del todo segura de si los había dejado atrás, decidió que sus heridas no podían esperar mucho más antes de llegar al punto de no ser capaz de curarlas apropiadamente.
A pesar del poco chakra, Sakura quería al menos eliminar el veneno y quitarse el torniquete.
En cuanto inspeccionó la herida se reprimió todavía más por su error.
¿Por qué demonios tenía que ser tan curiosa? ¿Por qué no hacerle caso, por una vez, a esa voz que le decía que no se metiera en la boca del lobo? ¿No había aprendido lo suficiente en aquella misión en la que puso en peligro a todo el equipo 7, sólo por su estúpida curiosidad en saber cómo era el príncipe del pequeño país del aceite?
La respuesta venía sola al ver su brazo más morado de lo normal por no haber hecho bien las cosas.
Se concentró todo lo que pudo en acumular un poco de chakra y comenzar a curarse.
A medida que pasaba el tiempo comenzaba a tener frío. Tanto por lo mojada que se encontraba a causa de la lluvia como por la resistencia de su cuerpo al veneno.
Si eso seguía así, no tardaría en desmallarse.
De pronto y como si fuera un muelle, se incorporó y sacó un kunai apuntando hacia la entrada de la cueva. Los pocos segundos que le llevó reaccionar fueron suficientes para la persona frente a ella, aparecer.
― Haruno Sakura.
La nombrada miró con desconfianza al hombre.
― La Hokage me ha enviado a buscarte.
― ¿Tsunade-sama?―se preguntó más para sí misma.― ¿Quién eres? El silencio reinó durante unos segundos, hasta que a Sakura se le hizo conocido ese silencio después de la pregunta. Además, de que por la figura del hombre podía ver que llevaba una capa.
― ¿Un ANBU?
Esa pregunta también se quedó en el aire.
― No tienes que preocuparte por los que te perseguían. Continúa curándote y cuando creas necesario, regresaremos a Konoha. Tan rápido como llegó, desapareció.
Sakura, por un momento respiró tranquila, pero al momento supo descifrar el doble mensaje en las palabras del ANBU. Y sí, había sido una autentica estupidez preguntarle si era un ANBU. Mientras le recitaba el mensaje de su Shishou pudo ver, gracias a la tenue luz de la luna que comenzaba a aparecer, el brillo de la máscara característica de ese Escuadrón. También, y después de meditar en ello, fue consciente de que la voz grave sonaba distorsionada por llevar la máscara. Aun así, su tono le resultaba familiar.
Tras hora y media decidió que podía volver a Konoha y enfrentar la reprimenda que seguramente Tsunade tenía preparada para ella, no sólo por retrasarse en una misión, sino por haber tenido que mandar a uno de sus mejores ninjas a por ella como si fuera una inexperta Genin.