DETROIT
11 de Septiembre, 2038
00:00:06
Hacía apenas seis segundos que se había despertado. Hacía seis segundos que no sabía ni quien era, ni donde estaba, ni qué demonios había pasado.
00:00:10
Esta vez le habían bastado cuatro segundos más para responder a la primera pregunta.
00:00:20
Sin embargo, en los siguientes diez segundos no pudo contestar ni a la segunda ni a la tercera pregunta.
00:00:38
Abrió los ojos, pero tan solo se encontró con oscuridad. Aquello podía significar dos cosas; que era de noche o que se encontraba en alguna habitación con las persianas bajadas.
00:00:45
Fue con la segunda opción, que se dio cuenta de que se encontraba en lo que parecía ser una cama.
00:00:49
Y, que había algo encima de ella.
Algo encima de su cintura.
00:00:57
Se atrevió a tocar ese algo que cada vez le parecía que se hacía más pesado.
Fue casi un minuto después de haberse despertado que pudo, por fin, responder a la segunda pregunta.
Sin embargo, a la tercera tuvo que añadirle una cuarta. Y una quinta. Y una sexta.
00:01:11
Así con el miedo y la preocupación de no recordar nada, se dio la vuelta encarando a ese alguien que ahora mismo no conocía. Por el tacto, creyó saber que era una persona, al menos eso quería creer. La idea de que fuese un androide no le agradaba demasiado a no ser que fuese específicamente uno. Pudo notar bello, un bello abundante, por lo que terminó por deducir de que era un hombre. Así que… repasando lo que había descubierto sin que sus recuerdos volviesen; estaba en una cama, con un hombre, desnuda.
00:01:46
Sí, después de haber “encarado” a ese hombre, se había percatado de que estaba desnuda, por lo que creía tener una vaga idea de la respuesta a la tercera pregunta, ¿qué había pasado?
Podía sentir y oír la respiración de él, y por alguna extraña razón, el miedo de no saber nada ya no le preocupaba.
Se conocía lo suficiente como para saber que ese no era un desconocido, así que tenía bastante curiosidad por la quinta pregunta: ¿cómo había llegado a esa situación?
Suponía que una vez hubiese contestado a la cuarta; ¿quién es él?, podría más o menos contestar ambas a la vez.
00:02:23
Había vuelto a cerrar los ojos, más porque era inútil tenerlos abiertos si estaba en penumbra y no podía ver nada. Tan solo fiarse de lo que sus otros sentidos le proporcionaban.
Sin embargo, en el momento en que se relajó, su mente la premió con un recuerdo. El recuerdo del principio de esa noche.
AQUÍ ES TODO ES CURSIVA
— ¡Por fin nos vemos de nuevo, Aria!
— ¡Sí!—contestó alegre mientras abrazaba primero a Sheila y después a Kelly. Hacía como dos meses que no se reunían. — ¿Y los chicos? ¿Todavía no han llegado?
— No los veo por ninguna parte. —contestó esta vez Kelly.
Las tres comenzaron a hablar mientras los esperaban. Y para su suerte no tardaron en llegar los cuatro juntos; Sam, Carlos, Mike y… Gavin.
Todavía, después de llevar conociéndolos 6 años, no entendía cómo podían soportar a Gavin. Era un imbécil completo. Si buscases la definición de imbécil en el diccionario, saldría su foto al lado, seguro.
Era insoportable y no podía entenderlo. Podía entender que Carlos y él se llevasen bien, sí. Al fin y al cabo eran primos y, supongo que pasar treinta y pico años de su vida aguantándolo, acabaría acostumbrándose a su imbecilismo.
Con Sam…bueno, no se llevaban demasiado porque Gavin no quería que se le pegase “lo marica”, pero la relación que menos entendía era la que había entre Mike y él. ¡Por Dios! ¡Mike era un maldito ángel caído del cielo! Carismático, amable y con una sonrisa que conseguía derretirte. Y Gavin… ¡era todo lo contrario! Antipático, molesto, egoísta y con una cara de perro que no se la aguantaba ni él mismo.
Y por encima de todo ello, ella y él trabajaban en el Departamento de Policía de Detroit. Por suerte, no en el mismo equipo. Ella formaba parte del escuadrón “anti divergentes”, en el cuál se encontraba el Teniente Anderson y el Androide Detective, Connor.
Además, desde que entró a formar parte del Departamento supo que Gavin Reed no era una persona con la que llevarse bien. Siempre molestando a todo el mundo, metiéndose con cada persona, pudiendo escaquearse del trabajo aunque eso perjudicase a otras personas.
Pero ahí estaba ella, dentro de su círculo de amigos.
00:03:12
Ahora recordaba que había salido por la noche. Eso ya era algo. Por fin su mente empezaba a colaborar.
Siguió intentando recordar todo lo que ocurrió esa noche y lo que la llevó a terminar en esa situación.
Ahora que ya sabía con quienes había estado, la identidad del que estaba frente a ella se reducía a cuatro. No, a tres. No creía que Sam fuese una opción para esa situación.
Carlos, Mike o Gavin.
Y ahí se encontraba de nuevo con la cuarta pregunta y, a la vez, de nuevo con la quinta.
Fuese quien fuese, ¿cómo había terminado acostándose con él?
Si era Carlos, podría deberse a un simple descuido.
00:03:59
¡Alcohol! ¡Ahora se acordaba!
Habían reservado una de las salas del Pub, teniendo así barra libre y un lugar donde ni te molestaban ni molestabas a nadie.
Hacía un tiempo que no se reunían los siete a la vez, por lo que había que celebrarlo. Y para que la noche no se hiciese aburrida, Mike se había encargado de traer un juego. Un juego un tanto peligroso; dados eróticos.
Aquellos dados tendrían, sin dudarlo mucho, unos diez años mínimo. Sin embargo, Mike le había agregado unas reglas nuevas.
— De acuerdo. Todos sabéis como jugar; se tiran los dados y se hace lo que marquen, pero—una sonrisa apareció en sus labios— si no queremos hacer lo que nos dicen los dados, deberemos quitarnos una prenda y beber un trago grande de vuestra bebida, ¿de acuerdo?
Todos asintieron entre risas. Era bastante interesante, no podía decirse lo contrario.
— También, si te niegas, ya sea a hacer lo que os digan los dados en vuestro turno, como a lo que os tengan que hacer a vosotros, el siguiente turno que tengáis los dados, no podréis negaros. Estaréis obligados a hacer lo que tengáis que hacer a quién tengáis que hacérselo.
— ¿Y cómo sabemos a quién tenemos que hacérselo?—preguntó Kelly.
— Pues…—comenzó a mirar a su alrededor— con esta botella. —y se la quitó a Gavin de las manos.
— ¿Y qué se hace primero?—preguntó Aria— ¿Tiramos primero los dados o giramos la botella?
Mike se quedó en silencio.
— ¿Qué os asusta más? ¿Saber primero quién os ha tocado o ver primero lo que tendréis que hacer?
Al cabo de unos minutos de debate, se había elegido que primero los dados y después la persona. ¿Tortura o placer? Todo dependía de quién te tocase.
— ¿Cómo son los dados?
— Joder, Gavin. Cuadrados, como sino.
Ante la tontería que había soltado Carlos, nos reímos todos. Aria la que más. ¿Cómo podría desperdiciar la oportunidad de mofarse en su cara?
— Gilipollas.
— El primer dado son las acciones, entre las que tenemos: Lamer, tocar, besar, soplar, chupar e interrogante.
— ¿Interrogante?—preguntó Kelly de nuevo.
— Puedes elegir cualquiera de las otras opciones, totalmente libre. Eso dependerá de lo que te salga en el otro dado, pero sin saber todavía quién te tocará.
Todos asintieron. Eran unas reglas interesantes.
— El segundo dado tiene partes del cuerpo: el cuello, las orejas, los muslos, la nuca, los labios y las manos.
Una vez finalizada la explicación comenzó el juego. Podría tocarles cualquier cosa con cualquiera, ya sea chica-chica, chico-chico o chica-chico (y viceversa). Obviamente lo más interesante era que les tocasen con el sexo contrario, excepto para Sam que no le disgustaba que le tocase con otro chico. Así mismo, a las chicas tampoco les molestaban que les tocasen entre ellas.